Desde la Correduría de Seguros Besada-Ramos queremos facilitarles esta información encontrada en la Web del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT)
Los factores humanos figuran entre las principales causas de accidentes en el lugar de trabajo. Las estimaciones sobre su alcance real varían enormemente, pero según los resultados de un estudio realizado a principios del decenio de 1980 sobre las causas del total de muertes por accidente de trabajo registradas en Australia en un período de tres años, los factores del comportamiento habían intervenido en más del 90 % de los accidentes mortales.
A la vista de datos como éste, es importante conocer el papel que desempeñan en los accidentes los factores humanos, a los que los modelos tradicionales han concedido siempre escasa importancia; si los tenían en cuenta, era sólo como parte del error que ocurría en la secuencia inmediata de acontecimientos que daba lugar al accidente.
Un conocimiento más completo de cómo, por qué y cuándo intervienen tales factores en los accidentes mejorará nuestra capacidad para predecir el papel que desempeñan aquéllos y evitar éstos. Se han propuesto varios modelos para describir la intervención de los factores humanos en los accidentes.
Modelos de causalidad de los accidentes.
Los modelos recientes han ampliado el papel de los factores humanos más allá de los acontecimientos causales inmediatos al accidente y tienden a incorporar otros elementos en un conjunto general de circunstancias ligadas al accidente.
Los factores humanos, como las prácticas de trabajo y la supervisión, pueden considerarse errores en la secuencia de acontecimientos que llevan de forma inmediata al accidente, por una parte, y elementos preexistentes que contribuyen a que se produzca esa secuencia, por otra. Debe entenderse que los dos componentes principales (factores concurrentes y secuencia de acontecimientos) de este modelo de los factores humanos ocurren en una misma línea temporal imaginaria, en la que el orden (primero los factores, luego la secuencia de errores) es fijo, pero la escala del tiempo en que ocurren, no. Ambos elementos son parte esencial de la causalidad de los accidentes.
La naturaleza del error
Así pues, un elemento fundamental para la prevención de los accidentes es el conocimiento de la naturaleza, la sincronización y las causas del error. Una de las características importantes y singulares del error, que lo distingue de otros factores que intervienen en un accidente, es que forma parte normal del comportamiento.
El error es decisivo en el aprendizaje de nuevas destrezas y comportamientos, así como en la conservación de estos últimos.
Al poner a prueba los límites de nuestra interacción con el entorno, y, en consecuencia, cometer errores, aprendemos precisamente lo que son esos límites. Es un proceso esencial no sólo para adquirir nuevas destrezas, sino también para actualizar y conservar otras ya aprendidas. El grado en el que ponemos a prueba los límites de nuestra habilidad está relacionado con el nivel de riesgo que estamos dispuestos a aceptar.
Parece que el error es una característica permanente de todo comportamiento. Los estudios muestran, además, que está presente en las causas de unas dos terceras partes de los accidentes de trabajo mortales. Por tanto, es fundamental desarrollar algunas ideas sobre la forma que suelen adoptar los errores, y sobre cuándo y por qué pueden ocurrir. Aunque todavía no se comprenden bien ciertos aspectos del error humano, el nivel actual de los conocimientos permite hacer algunas predicciones sobre los tipos de error. Es de esperar que el conocimiento de éstos nos ayude a prevenirlos o, al menos, a modificar sus consecuencias adversas.
Una de las características más importantes de la naturaleza del error es que no se trata de un fenómeno unitario. Aunque en el análisis tradicional de los accidentes suele interpretarse el error como si fuera una entidad singular que no admitiera un estudio ulterior, aquél puede producirse de diversas formas.
Los errores difieren unos de otros por la función de procesamiento de la información a la que afectan; por ejemplo, pueden adoptar la forma de sensaciones falsas debidas a una estimulación deficiente o atenuada de los órganos sensoriales, a fallos de atención debidos a la exigencia de una estimulación prolongada o compleja del entorno, a distintos tipos de lapsus de la memoria o a errores de juicio o de razonamiento. Todos estos tipos se diferencian por las características de la situación o de la actividad en la que ocurren. Representan una interrupción de diversas funciones de procesamiento de información y, por tanto, requieren enfoques diferentes para superar cada una de ellas.